sábado, 20 de septiembre de 2008

platos chinos (fragmento)

"Payaso y malabarista. De eso puedo jactarme. Buen malabarista. Clavas, pelotas y lo que sea. Aunque mi especialidad son los platos chinos, tal vez por la semejanza con mi vida. En ese número no pienso. Sólo actúo pensando en evitar un desastre. Porque ese es el número potencialmente más desastroso. Traten un día y se van a dar cuenta de la similitud que este acto tiene con la vida en esencia, tal vez se darán cuenta que no están dementes y renuncien a su tratamiento psiquiátrico, pues, ante aquel potencial desastre, no hay mejor terapia que estar conscientes de que la vida es una desgracia inminente.
El acto del malabarismo así como la vida, es un número lóbrego y desencantado cuyo fin exitoso es evitar el desastre. En esto se diferencia de la vida. En la última esto es sólo una utopía, un imperioso deseo, pero sólo eso. Pues el desastre ocurre y vuelve a ocurrir, debido a la diferencia en la duración de ambos números. En el malabarismo puro, es posible evitar el desastre (guardando las proporciones) ya con un entrenamiento duro, o debido a mucho talento, y tal vez, a una pizca de suerte. En la vida, al ser mucho más larga en el tiempo que un acto de circo, comienzan a cansarse los brazos, la espalda. Empieza a doler el cuerpo. A doler de cansado, a tal punto que debe decidirse si seguir o mandar todo al infierno. Ahhhh no suena eso acaso a impulso suicida? El preciso instante en que se decide si parar la función o seguir. Junto con el razonamiento posterior de... ¿y si paro qué? Y después que pare, ¿qué?, es ese miedo lo que nos hace preferir el cansancio, el dolor de espalda, la realidad pestilente, pero algo conocido a fin de cuentas, y a disfrazar el dolor con analgésicos, psicoterapias, religiones, psicotrópicos, literatura, caridad; para darnos cuenta que hay quienes están peor (pobre hooombre, que dios lo proteja.) etc, etc.
En ese momento creo estar ahora, o quizás lo estuve siempre, esperando que el show termine de una vez. Dormir un año no aliviaría este cansancio, aunque dudo que pueda dormir tanto. Tal vez me he sobreestimado y no lo hubiera conseguido, ni apenas con un inocente platillo."



es parte de un cuento inconcluso llamado platos chinos
la influencia se nota demasiado
pero es inevitable...

1 comentario:

Andrés Ibáñez Carrillo dijo...

Excelente texto. Me agrada la combinación entre lo literario y la analogía "formal" que impera entre lo que es el esfuerzo por vivir y la fatiga del malabarista de platos chinos. Y claro, es así la vida. Se debe hacer malabares para no dejarse caer, o dejar de hacerlos, en caso de que se quiera acabar con todo y darle la bienvenida al desastre.

Congratulations varias, creatura sureña.